lunes, 26 de junio de 2017

Lo efímero


EL LIBRO DE LAS CARAS
Con muy pocos años utilizando facebook, he podido comprobar claramente lo efímero y banal que es en general el uso de las redes sociales.
Aquí nada penetra, todo se queda en la superficie, nada permanece, nada perdura más allá de unos cuantos minutos, unas pocas horas a lo sumo, algún “me gusta” o unas reacciones sueltas en forma de breve y lacónico comentario. La línea del tiempo es una apisonadora implacable que todo lo iguala, una tabla rasa que impide que cualquier texto o idea destaque por su originalidad o por su conveniencia, incluso por su oportunidad en un momento dado sobre un tema determinado.
Esta red adolece, creo yo, de los mismos defectos de la prensa amarilla y sensacionalista: un titular llamativo busca tu atención y, cuando la consigue, la mayoría de las veces te das cuenta que has vuelto a caer en la trampa. Te ves en una página web que te pide insistentemente que compartas un contenido que aún no has podido ni leer y que, cuando al fin lo consigues, te hace sentir un estúpido por haberlo hecho. O apareces en un blog que publica vídeos sorprendentes de situaciones inverosímiles, proezas increíbles y milagros curativos imposibles, que te abre ventanas emergentes cada dos por tres de juegos on line, vídeos pornográficos o páginas de follamigos. Solamente los medios de comunicación más convencionales son fiables de algún modo, aunque demasiadas veces incurren en el vicio de enlazar con twitter y publicar los tweets destacados del día, es decir, utilizan el reclamo de esa otra red que representa la pelea diaria de millones de personas por conseguir notoriedad con una frase de 140 caracteres de máximo, es decir, pura opinión y superficialidad más que información.
Si a todo esto añadimos las altas dosis de vanidad y narcisismo de muchas de las personas usuarias, que bombardean la red diariamente en busca de likes con sus selfies, mostrándose siempre felices y sonrientes, los trolls que comentan tus publicaciones sin conocerte o los oportunistas que hacen comentarios estrambóticos fuera de lugar para aprovecharse del tirón que pueda tener tu post, llego a la conclusión de que hay cada vez menos razones para mantenerse conectado a esta red “social”.
Es más, empiezo a creer que hay más vida social, muchas más ocasiones de relacionarse o conseguir algún tipo de inspiración fuera de ella que dentro de este maremágnum que es facebook. He dicho.


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