Una vez más, queda claro que aquello tan manido del “sueño
americano” sigue siendo factible hoy en día, aunque solo para algunos
privilegiados.
Un multimillonario puede cumplir su deseo de comprar
un yate, o una joven modelo y casarse con ella, o pagar a un “negro” para
que le escriba libros biográficos o de auto-ayuda. Puede también construir un
edificio que lleve su nombre, adquirir un billete para un viaje espacial o,
incluso, llegar a ser presidente de una nación. Una nación desquiciada que
venera al estúpido y condena al pobre o al diferente, porque este último deseo
solo puede alcanzarlo con la complicidad de millones de inconscientes
aduladores que depositen su papeleta en una urna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario