Yo
no soy el que creéis.
Yo
no soy lo que parece.
Yo
no soy lo que tú quieres
ni
lo que me gustaría ser.
No
soy tampoco lo que tengo,
porque
tan poco es
lo
que anhelo o espero,
lo
que poseo o pretendo.
Yo
no tengo coche grande
ni
casa de veraneo,
ni
amigos de cenar el sábado,
ni
perrito con chubasquero.
No
tengo carné de socio
del
club de fútbol o de golf,
ni
gimnasio, ni entrenador,
ni
espíritu competidor.
Por
no tener, no tengo siquiera
ganas
de pertenecer a un grupo,
que
me imponga los criterios
por
los que debo regirme (prefiero
ser libre).
Yo
no soy ni seré nunca el que creéis,
pues,
para empezar, ni yo mismo creo,
ni
en dioses, ni en brujas, ni en fantasmas,
ni
en la trascendencia tras la muerte.
Solo
creo que moriré, de eso estoy seguro,
y
que mis huesos arderán con mi pellejo,
y
desapareceré para siempre sin dejar rastro,
tan solo unas pocas letras y canciones
que
nunca llegarán a ser cantadas o leídas
por
nadie que no sea yo
(o
quizá tú que lees esto).
Quizá solo
unas pocas personas
que
no creen saber quién soy,
ni
buscan en mí su salvación, sino el amor,
sabrán
de mi lucha por ser yo mismo,
y
entenderán por qué yo digo
que
no soy el que creéis,
que
no soy lo que parece,
acaso
solo un excéntrico y ridículo ser
que
no sabe bien ni lo que quiere.
Yo no soy el que creéis
¡ni
puñetera falta que hace!
No hay comentarios:
Publicar un comentario