No sé qué hacer para
recoger los restos y, por fin, decido meterme en la boca, uno a uno, los pedazos de
cristal, masticarlos y tragarlos bien, hasta dejar completamente limpio el
suelo.
Cuando termino, recapacito un
momento y me digo, en crujiente carcajada:
"¡Qué estúpido! ¡Ahora
tendré que limpiar también la sangre que hay en el suelo!"
!Qué absurdo!, si, hay quién utiliza la analogía de la tortilla y la rotura necesaria de los huevos... en fin... ¿que decir?.
ResponderEliminarSaludos Diego.
¡Salud!
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