sábado, 30 de abril de 2016

Flores rosas y amarillas



Flores rosas y amarillas para la persona que me dio la vida, y que se va acercando, muy despacito, al final de la suya. Para ese ser que cada día pierde un poquito más de memoria sobre las cosas prácticas, pero que nunca olvida que nos quiere, que somos su familia.
Ahora que soy yo quien la cuida, me doy cuenta de lo bonito que es atender a nuestros mayores. Es reconfortante saber que ha esperado sentada en su butaca, pacientemente, el tiempo necesario hasta que yo llego a buscarla. Es emocionante ver la inocente sonrisa de niña y la mirada de admiración que me dirige. Me llama “guapo” veinte veces y me pide que la saque a pasear.
Y en nuestro paseo por el jardín botánico o por el parque contemplamos las flores de vivos colores que estos días primaverales proliferan por doquier, y aspiramos su olor y el de las hierbas, y se maravilla con el movimiento de los peces del estanque, y sentimos la tierra un poco más cerca, más nuestra. Son esas sensaciones antiguas que con el tiempo olvidamos y que me alegro de recuperar en tan buena compañía.
Gracias a mi madre.  



2 comentarios:

  1. Soy de las que pienso, que el querer está en la piel y no en la mente (por decirlo de alguna manera).
    A cada caricia vuestra, sus recuerdos pasan a su piel y por eso nunca olvida lo fundamental.

    Un abrazo.

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    1. Creo que tienes razón, todo está conectado.
      Gracias por tu comentario y un abrazo para tí.

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