Es una antigua iglesia muy grande, muy alta y muy gótica.
Hoy, como todos los domingos, está abarrotada de fieles que
escuchan al sacerdote anunciando el regreso a la tierra de Jesucristo.
De pronto, El Que Está En La Cruz se libera de sus clavos de
hierro, desciende al suelo del templo, y camina desnudo hacia la puerta.
La boquiabierta multitud le sigue atropelladamente hacia la
calle, murmurando hipnotizada:
“¡Es un milagro!”
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