Ya es de noche. Empiezo a sentirme solo y tengo miedo. Estoy muy agitado y no paro de moverme entre las sábanas. Tengo miedo, mucho miedo. Miedo a la oscuridad, miedo a la soledad y, sobre todo, miedo de perderte. Creo que esta noche no voy a poder dormir si no te tengo a mi lado. Estoy al borde de la desesperación y rompo a llorar ruidosa y amargamente, mientras con los pies golpeo con furia el colchón para llamarte.
Hasta que, por fin,
llegas a mi cuarto con paso sigiloso, susurrando las palabras de consuelo que tanto
espero, me tomas en brazos y me arrimas a tu pecho. Entonces me tranquilizo y pego
mi boca a tu pezón, absorbiendo con fuerza el caliente líquido que emanas.
Ahora me siento mucho
mejor y ya no tengo miedo. Porque sé que si estás conmigo todo irá bien. Aunque
la noche caiga cada día, sé que tú vendrás a mí y me darás seguridad y cariño.
Ahora
sé que no puedo vivir sin ti, mamá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario