Decía Germán Coppini (Golpes Bajos) en los años 80 que eran “malos tiempos para la lírica”, pero yo creo justamente lo
contrario: que fueron muy buenos años para aglutinar a muchos y muchas jóvenes en
torno a la movida cultural y musical de Barakaldo. Se ocuparon locales vacíos
para actividades culturales y de ocio autogestionadas (el Búnker, el Matadero...),
se pusieron en marcha proyectos como la radio libre Zirika Irratia (y otras
emisoras comerciales), surgieron grupos de teatro (La Tramoya), el taller de
literatura La Galleta del Norte, el club de fotografía Denbora, y otros que me
es imposible mencionar en este espacio. Porque había ganas, ilusión y motivos
para tirar p’alante.
Y para divertirse, el
Bar Eguzki, por ejemplo. Puedo imaginarme la situación: sábado a la tarde, reunión
de colegas, unas birras, unos “sigarrillos amariyos” y música hasta el amanecer.
¿Alguien tiene un plan mejor?
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