miércoles, 10 de julio de 2013

Ven…

…quiero que conozcas a esa pequeña figura que deambula por el camino oxidado de la antigua vía, junto a los altos y verdes pinos.
Es un niño flaco y pálido, pero sus mejillas y la punta de su nariz se tiñen de rojo con el frío de la mañana. Está lloviznando y las imperceptibles gotas de agua dibujan diminutas flechas en su recto flequillo y descienden por su carita como lágrimas frías. De su mano izquierda cuelga una inmensa cartera repleta de libros, cuadernos y lapiceros de colores, y sus delgadas piernas no dejan de moverse de un lado a otro mientras camina.
Le gusta pisar los charcos y chapotear en ellos con sus altas botas de goma, sabiendo que los pies nunca se le mojarán con ellas. A veces corre veloz como si, repentinamente, hubiera visto algo que llamara poderosamente su viva atención, pero luego vuelve a su paso distraido, mirando al cielo con la boca abierta, bebiendo la gélida lluvia, pateando una piedra…
No está solo entre los pinos, las piedras, la lluvia, los charcos, el silencio de la mañana de un día cualquiera. Los invisibles pájaros le hablan desde sus escondrijos en las ramas, y en su rostro inocente luce una frágil sonrisa, una bonita sonrisa clara que se va apagando a medida que se acerca a la escuela.




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