sábado, 29 de noviembre de 2014

Madre que espera




Eres tú la que caminas
entre la alta hierba amarilla,
con paso suave, sin prisa,
casi sin pisar el suelo,
como flotando.

Eres tú la que contemplas
tras la roja montaña imponente
el sol que se oculta por el poniente
y apaga el día despacio,
como tardando.

Eres tú la que te sientas,
cruzadas manos y piernas,
sobre la blanda y cálida tierra,
con dulce mirada serena,
como pensando.

Y te quedas ahí tú sola
oteando al ocaso la frontera,
pero las horas ya van pasando
y tu hijo hoy tampoco regresa
de su lejano exilio obligado.

Y te recuestas de lado
con las piernas encogidas,
y apoyas tu cabeza sobre la mano
que calienta tus mejillas,
como esperando.

Y te duermes sin tristeza,
sin miedo pero con fiereza
la esperanza renovando
de volver a estar con tu hijo,
como soñando.


No hay comentarios:

Publicar un comentario