sábado, 18 de enero de 2014

Hoy (todavía) me aferro a tu presencia

Hoy me aferro a tu presencia. 

Hoy te veo junto a mí

y siento el aire de tu aliento
rozándome la oreja,
frotándome el alma,
y cantándome en susurros
tus notas dulces, serenas…

Tengo en mis manos tus manos,

acaricio tus dedos y resbalo
por tu palma hasta tu brazo,
de tu codo hasta tu hombro,
sin dejar de tocarte,
de mirarte embelesado.

Hoy me aferro a tu presencia. 


Y beso tus labios frescos,

aprieto tu boca de fruta 
y libo el jugo de tu lengua,
sorbiéndote con delirio,
saciándome de nuevo,
embriagándome contigo.

Abrazo tu cuerpo en la noche,

cuando calla el mundo
y sólo oímos nuestros latidos,
palpitando veloces al ritmo
loco de amor enfurecido,
de hambre de cuerpo desnudo. 

Hoy me aferro a tu presencia.


Y sueño con tus ojos negros

abriéndose  a los míos,
tus párpados como alas,
mirándome confiada 
y sonriendo alegre, ufana,
sin temor a nadie, a nada.

Juego a que juegas conmigo, 

a que quieres que te quiera
y a que te quiero,
a que queramos querernos jugando,
o a que quiero que me quieras
de la forma en que yo quiero.

Hoy me aferro a tu presencia.


Y me agarro bien y fuerte, 

porque no deseo un abismo
de vida sin tu cariño,
un erial sin el agua de tu risa,
ni un bosque triste y seco,
sin tu buena sombra, abatido. 

Hoy me aferro a tu presencia.


Y no te pierdo, pero no quiero perderte,

ni te añoro, porque nunca te has marchado,
pero sufro porque no quiero que sufras,
y lloro a veces, aunque no me has escuchado.

No te dejo porque tú a mí no me dejes,

ni te amarro para que no te escapes,
pero si no estás conmigo, amor,
esta mi vida es un desastre.

Hoy, todavía, me aferro a tu presencia 

y te ofrezco la mía,
hasta que quieras.


No hay comentarios:

Publicar un comentario