lunes, 1 de julio de 2013

Amor

Me quedé solo en la casa mirando por la ventana cómo se iba mi amor. Me sentí muy triste, pero no hice nada.
El cristal de la ventana no pudo entender mi absoluta indolencia y, como en un reproche, de pronto, se cubrió de vaho. Y en su superficie aparecieron, apenas levemente marcadas, las palabras que no supe pronunciar a tiempo: “No te vayas, no me dejes, ¡te quiero!”.


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